jueves, 26 de febrero de 2009

Fútbol: respeto y humildad

Antes de mencionar alguna cosa, definiré por entrada de diccionario los dos siguientes términos que nos introducirán en la problemática. El primer término es respeto: generalmente en su primera acepción significa respeto o miramiento hacia los demás, consideración, o también en una segunda entrada de diccionario lleva como significación manifestación de acatamiento que se hace por cortesía. El segundo término es humildad: actitud de la persona que no presume de sus logros, reconoce sus fracasos y debilidades y por ende, actúa sin orgullo. En otra entrada de diccionario encontramos que también puede significar baja condición social.
En ambos casos me quedaré con la primera acepción de las palabras respeto y humildad que tan ligadas al fútbol deben estar.
Son dos términos ligados al fútbol ya que hacen a la integridad del hombre y del jugador. Hay una frase que reza: “ Como se es en la cancha, se es en la vida” y por ilógico que parezca tiene cierta solidez.
Millones de veces el delantero ponzoñoso y astuto elude al defensor con un caño. Gambetea al arquero y la empuja hacia la red. Luego se da vuelta y lo grita mirando a la cara del guardameta con una sonrisa socarrona.
En otras oportunidades el artillero con su gambeta endiablada esquiva al volante central, le tira un sombrerito y se para a mirarlo. La pisa, amaga y termina en la ovación de la tribuna. Genial. Pero soberbio. Irrespetuoso. Maleducado. No esta mal ser un jugador habilidoso, creativo, sutil. Lo que esta bastante desacertado es lo otro. Ese regodeo de la desgracia del rival, como si dijera “Mira el caño que te hago, que gil que sos. Todos se cagan de la risa de vos”.
Cuántas veces los equipos pecan de soberbia y terminan un primer tiempo creyendo que aplastaron al rival o se van de la cancha de forma burlona y riéndose del otro equipo, de su pobre actuación. Ganadores pero muy pobres. En el barrio eso es no tener códigos.
El código en el fútbol sigue siendo importante para cierta gente. A veces debemos perdonar a los más pendejos porque todavía estan aprendiendo a ser hombres.
Cuenta la historia que alguna vez en un duelo, un jugador le tiró un caño a otro y se volvió a parar queriéndole tirar nuevamente otro caño. El que sufrió el caño lo sacudió desparramándolo por el piso y el hábil mago quedó tirado en el suelo, con una rotura de tibia y peroné. No esta bien la agresión pero el que esta acostumbrado a manejar el código, cuando ve que otro lo rompe esta en su deber corregir al infractor.
El fútbol es un juego de respetuosos y humildes, porque al fin y al cabo, nadie termina de ganar nada.

Muchas veces el oro enceguece al jugador como también la soberbia. Pero dura poco. Cuando uno se cae, duele más.
Se aprende con el tiempo.
O que alguno diga si saldría por la tele, antes de una serie de penales, a decir que el partido esta ganado...
“Esas cosas no se hacen” decía la abuela.
Y posta, no se hacen.
El fútbol es cosa de respetuosos y humildes. Esos son los que triunfan en la vida, que es como una cancha. En la vida el cobarde es cobarde y el guapo es guapo. No hay vueltas. En la cancha es lo mismo. Pero el guapo sabe que tiene que respetar al otro y ante la victoria pasajera, mantenerse humilde y callado.
Esas cosas, se aprenden con el tiempo.