Gunter lo sabía, entendía el mensaje, porque él sí había visto la oscura vida de la selva. La había sufrido y la había contemplado en su cuerpo, extenderse como una enredadera (...)
Vio al bailarín del infierno con el puñal de Rosas y pensó en retroceder hasta él y darle fin, pero le pareció en vano. Si María estaba con vida, iba a mandarla a ranchear al Paraguay. Después seguiría con el bailarí, y entonces podría morirse en paz.
Volvería con los suyos, a donde sea que estuvieran, pero no debía desesperarse.
Nunca desesperarase.