jueves, 5 de agosto de 2010

Las hierbas salvajes

Nosotros dos, coincidimos en la noche,
terrible

Y yo no sabía que podía pasar
acero fundido en tus ojos,
o
eso parece cuando me descubris.

Porque no lo crees,
pero me descubrís.
Nosotros dos
no tenemos un drama
no tenemos nada,
pero qué pasa contigo,
conmigo.

Nosotros dos,
coicidimos en la noche,
terrible.

No sé si estoy harto
de hablar en esta forma,
de una forma en que vos
no me entendes
o
yo, simplemente,
no me sé explicar,
o
tengo miedo
y
sueños
y
son demasiadas cosas
las que pasan por tus ojos,
y a veces,
solamente a veces,
me siento
tan chico,
como cuando mamá horneaba pan,
y mi hermano se escondía de mí
y esperabamos a papá,
y todo estaba bien.

Nosotros dos,
coincidimos en la noche,
terrible
y
no tenemos dramas
ni sueños
ni nada más
que algunas cosas en común
y
las hierbas salvajes
entre nosotros,
George
y
Madame Muir
y todo eso,
que no sé si vale la pena
pero está allí,
anclado en mis pensamientos.


Nosotros dos,
coincidimos en la noche,
terrible,
y con eso alcanza
en estos días,
que no sale el sol
sino tus ojos

La osa mayor,
yo no sé si realmente
hace falta que lo escriba,
pero yo sé
que los gorilas
no hacen eso
y aunque te rías,
nunca lo pensé.

Son demasiadas cosas
por estos días
y
entre ellas
empieza a importarme
los días de hierbas salvajes
y la vuelta a casa se hace larga.